“Mi nieto agarró una botella a la madrugada y quiso pegarnos. Acá el problema es que él nos pide plata para drogarse, y si no le damos nos empieza a tirar con lo que encuentra. Si es un fierro, nos pega con el fierro”, contó entre lágrimas Francisco Antonio Frías, abuelo del joven que protagonizó un violentísimo incidente que conmocionó a todo San Cayetano. Se atrincheró en su vivienda y amenazó con matar a su mujer y a sus dos hijos de cinco meses. Después de casi cinco horas, terminó entregándose a la Policía.
Rafael Frías tiene 30 años y es conocido en el Barrio Alberdi, de San Cayetano. Según consignaron fuentes policiales, habría sido detenido en numerosas oportunidades por cometer delitos contra la propiedad de varios vecinos. También fue denunciado por ser violento con sus parientes; y en particular con su pareja, Joana, de 24. Justamente, su último ingreso a un calabozo fue por haber apuñalado a su mujer que, en esos momentos estaba embarazada.
“Cerca de las 4 de la madrugada, mi nieto comenzó a discutir con nosotros y con su mujer. Después siguió con los gritos y con las amenazas. Decía que iba a quemar la casa y a matarlos”, expresó Frías, el abuelo del acusado. “Hasta quiso destrozar la conexión de gas para provocar un incendio. Ya no sé qué hacer con él”, lamentó el hombre, con lágrimas en los ojos y la voz quebrada, en una entrevista con LA GACETA.
“Gaby”, una vecina que reside en la misma cuadra que la familia Frías, describió que la pareja de jóvenes salió de la propiedad discutiendo. “Era retemprano y salí a ver qué pasaba, vi cómo se peleaban. Ella parece que había dejado a los bebés en la casa y el chico la amenazaba con que vuelva rápido. Esos chicos son un problema acá en el barrio”, relató. “El joven es adicto a las drogas y pareciera que la novia también consumiría. Viven provocando problemas y golpean a toda la familia. A nosotros jamás nos hizo nada, pero ya lo denunciamos varias veces. Ojalá se lo lleven”, agregó la mujer, que pidió mantener su apellido en reserva por temor a represalias.
Desesperación
Minutos después de que se denunciara el caso, decenas de policías de la Seccional 4ª y del Servicio 911, al mando de los comisarios Daniel Cuellar y Fabián Salvatore, rodearon la casa y, durante varias horas, hablaron Frías hasta que lograron convencerlo de que lo mejor era que se entregara. En la cuadra, además de los uniformados, se encontraban los Bomberos de la Policía y del personal del 107. Finalmente, el joven terminó haciendo lo que le pidió la Policía.
Mientras los uniformados rodeaban la vivienda para evitar nuevos incidentes, uno de los vecinos que se mostró más apenado, y hasta desesperado, fue el padre de Joana, Enrique Coronel. El hombre afirmó que el detenido es una persona que ya tiene varias denuncias y que además, hace poco salió de la cárcel. Estuvo preso, detalla, por una causa referida a las drogas y la violencia de género.
“Mi hija fue golpeada varias veces por este chico. Ella es madre de mellizos de cinco meses y cuando estaba embarazada fue apuñalada. Estuvo internada un tiempo. Me cansé de hacer denuncias, pero lo dejan libre”, renegó.
“Quiso matarla en varias oportunidades y ella no puede salir de esa casa porque él la amenaza. A mí me preocupan los bebés”, explicó. Sostuvo, además, Frías es conflictivo en todo el vecindario y que la gente se queja constantemente por su comportamiento.
“Este lugar es una basura. Predominan la inseguridad y la droga. Estamos muy cansados de estos chicos”, se quejó Isabel Piavonte, otra vecina del barrio Alberdi.
Cicatries
Según los familiares de Frías, él es adicto a la cocaína y al paco. Lo describen como alguien que deambula por el vecindario en busca de drogas; y que, para conseguirla, no sólo le quita dinero a los parientes, sino que ha vendido cuanto electrodoméstico ha encontrado.
“Hasta televisores le di para que pueda vender -contó su abuelo-. Cómo quisiera que se recupere… Ojalá pueda ser internado en algún centro para que se rehabilite. Cuando él no está drogado, es una hermosa persona”.
El hombre recordó que su nieto lo acuchilló para quitarle dinero, y muestra las cicatrices. “Me da pena pero a veces hay que golpearlo para que pare. Se pone tan violento que es peligroso. Ojalá se cure”, concluyó. (Por Luciana Nadales)